martes, 29 de septiembre de 2015

Clive Wilmer / Informe de ninguna parte 


Traducción de Misael Ruiz







                                                                                                        Clive Wilmer




















© Caroline Forbes 




Clive Wilmer es un escritor erudito, con un sentido eliotiano de la tradición literaria, y sus poemas insisten silenciosamente en su ascendencia, con ecos de Dante, Milton, Vaughan, Hopkins y Yeats, entre otros. […] La dicción formal y la cuidadosa estructura de los poemas revelan un aprendizaje concienzudo bajo la influencia del «sentido histórico» que, como dice Eliot, «nos compele a escribir imbuidos no sólo por el espíritu de nuestra generación, sino con el sentimiento de que toda la literatura europea desde Homero y, dentro de esta, toda la literatura de nuestro propio país, existe y compone un orden simultáneo.» 




Publicamos a continuación una selección de poemas de Clive Wilmer pertenecientes a sus libros El misterio de las cosas (2006; edición española, Vaso Roto, 2011) y Report from Nowhere (2006-2011), así como dos poemas recientes inéditos en inglés y español. 


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[Ir a los poemas en inglés]






En la biblioteca


Tú con tu libro. Yo, incapaz de leer,
imagino que me confundo con tus palabras
mientras que tú, la mano en el pelo o acariciándote el cuello,
     sigues, no obstante, leyendo.

Ya que no contestas a mis cartas ni a mis llamadas
y no me saludas por la calle, escribiré a la luna
o, si no, a la imagen que guardo de ti en mi mente,
     tan complaciente conmigo.

En cualquier caso, te defiendes mirando,
ceñuda, tu libro por miedo a que te toque;
pero allí estoy yo, entre las palabras, deseando ser,
     como ellas, leído dentro de ti. 


                                                    [De El misterio de las cosas, 2006]





Mucho ruido para nada [1]


lo que significa
                      mucha polvareda por un polvo
o incluso por esa cantidad primordial
conocida en aquellos días como cosa nada, como nonada,
como SIN COSA:
                         lo que trae a la mente
L’Origine du Monde, de Courbet.

Porque a este vasto universo llamo nada
—¿me explico?—
en él vos sois mi todo
y todo por nada.
Por hacer nada. Puesto que nada
vendrá de nada.
                          Así es,
sigue pues con esta nada
o si no hazlo por amor a Dios y
que nada tenga estas nadas si esto es nada
que no está allí;
                          y a la Nada que es
nuestro hombre interior le da el nombre de Todo.


                                            [De El misterio de las cosas, 2006]



[1] N. del T.: No hemos utilizado la expresión española correspondiente para el título ya que el motivo recurrente del poema es la palabra nada. El poema está elaborado a partir de citas de Shakespeare, El libro del no saber y Wallace Stevens.

                                                             





Aprendiendo a leer

                                           

A la memoria de mi padre



Fuiste el hombre que dio nombre a las aves
y, al hacerlo, me diste las palabras:

palabras en la página que ligan
las articulaciones del aire,

como marcan las aves su terreno
con espléndidos reclamos.


                  [De Report from Nowhere, 2006-2011]







En el invernadero

 


Un nido de musgo y hojarasca
conservado aquí todo el invierno.
    Al llegar la primavera, encuentro entre las hojas
un ratón pardo: la cola, una improbable rúbrica
modelando la letra C,
como diciendo Cómodo,
aunque yacía allí inmóvil y frío.


                                               [De Report from Nowhere, 2006-2011]






Gregoire, 60.


Jane Goodall lo vio en el zoo de Brazzaville: era un esqueleto andante, se le veían todos los huesos, estaba tan desnutrido que había perdido casi todo el pelo. Nacido en 1944, es probablemente el chimpancé más viejo del mundo.  (Nota de James y otros simios:  fotografías de James Mollison)


Shakespeare: imagínatelo
de haberle sido concedida una década más como espía de Dios.
Su aspecto podría haber sido éste:
la barba descolorida
y desigual, la piel reseca y manchada.

O Rembrandt, aún más viejo, el ojo
tan apagado,
la voluntad tan débil,
la mano demasiado frágil para alzar el pincel y pintar
su propia nobleza expuesta a la luz.

                                                     [De Report from Nowhere, 2006-2011]






Gaudier-Brzeska en las trincheras


A partir de sus cartas


Hace un día magnífico: el cielo raso,
el viento más fresco, las alondras cantan alegres...
Nada de lo que he oído hasta ahora ha alterado ese coro;
ni siquiera el bronco estruendo de las bombas.

Y en los bosques, de noche, los ruiseñores
cantan por encima de nosotros. Proclaman, solemnes,
el sacrilegio y la estupidez de nuestra conducta.
No puedo sino respetar su elevado desdén.


                                       [De Report from Nowhere, 2006-2011]






Una granja cerca de Módena, hacia 1980 


O magnum mysterium


En la oscuridad, las columnas
grises de Carrara y sus capiteles
con volutas.
Irrumpe
un niño salido de
ninguna parte, los guantes
le golpean las muñecas.
Se detiene en seco.

Heno en los pesebres, paja
en el suelo de loza,
y bueyes
blancos separados por columnas;
liberados del yugo, pacientes,
la cabeza contra la pared,
restos dorados
tiñen sus suaves cuernos.

El niño, asombrado, de pie
en medio de ellos; un peón
se inclina en un rincón y levanta,
para que lo vea,
un erizo amamantando sus ocho crías,
renacuajos rosáceos colgando
de sus tetas.


                   [De Report from Nowhere, 2006-2011]





Civitas


a Peter Carpenter


clavaron estacas.
De modo que a su debido tiempo
la empalizada enmarcó la tierra salvaje.
Así en toda colonia.

Yo también vigilo.
Pisoteo las ortigas que hacen guardia
junto a las paredes apuntaladas de Peterhouse [1]. Pues aquí,
igual que en 1280, la Biblioteca y el Hall a resguardo,
acaba la ciudad de Cambridge
    y comienza la hermosa y fértil
desolación de los Fens [2]:
sauces y cola de caballo, garzas y crisopas,
acequias, matas de hierba y un cielo interminable.

Hay veces en que la lluvia
llega una y otra vez, y entonces la tierra se vuelve
agua, anega los sauces desmochados,
desaparecen los senderos, y bandadas de aves
acuáticas, al ver su imperio brotar de nuevo,
graznan, como si nunca hubiese habido humanidad.

El poeta Michael Longley, un hombre afable
que conoce demasiado bien a esos amantes de su raza,
a esos vecinos que los sábados
colocan bombas en los centros cívicos, me contó,
«me gusta ver los socavones en la carretera,
cuando los obreros excavan un conducto de gas, por ejemplo,
y vislumbras el suelo enterrado durante generaciones
y comprendes que no puede haber ciudad permanente[3]».

Por debajo del alquitrán, más allá de los muros de la ciudad,
¿qué hemos ganado o perdido?
                                                Recuerdo
un día en los 70 en que, al anochecer,
el autocar que me llevaba a Londres
frenó en seco: de regreso
a casa, un vaquero cruzaba con sus vacas
la carretera que atraviesa
Wanstead Common. Allí estaba:
arrabal y pastos, y los coches desfilando despacio,
los conductores ignorantes apoyados sobre el claxon,
y en el cielo color ciruela, a contraluz,
esta escena sacada de Samuel Palmer,
arcádica, no milenarista.

Aquellos que en nombre de la vida
aniquilan abortistas y viviseccionistas
no recobran la inocencia pastoral.

Aquí, detrás de Peterhouse, hay un mosaico
de dependencias, un aparcamiento, maleza y un hotel nuevo.
Busco una cosa que amo:
sobre una puerta esbozada y labrada en la piedra,
un escudo de armas con una merleta en el extremo
superior izquierdo, preparada para el vuelo,
el pico entreabierto apuntando al cielo, pero cubierto
por unas letras negras escritas con spray: ALF. [4]


                                               [De Report from Nowhere, 2006-2011]



[1] Peterhouse es el primer College de la Universidad de Cambridge
[2] Los Fens es una zona de marismas próxima a Cambridge
[3] Hebreos 13.14
[4] Animal Liberation Front






Llegando a San Polo, Venecia



Se va abriendo el espacio en los tejados  
y allí, sobre un frontón en el vacío,
se ha posado un ángel, como si fuese     
un ave de paso extraviada, firme           
en su dominio del aire y, no obstante,     
abatida al verse aquí, con su vida           
perdida en un planeta extraño donde      
las criaturas mueren sin saber               
por qué.

                                               [Inédito]





El vate ciego

Fæder ure þu þe eart on heofonum

Cuentan del vate ciego Borges que, en un periplo           
por Inglaterra, quiso visitar una iglesia
que se conservaba desde tiempos de Beda.

En el oscuro porche, se inclinó ante el dintel
y se irguió en un lugar estrecho, flanqueado
por sólidas paredes de duradera piedra.
Él mismo una figura entre paréntesis,                
como el tiempo detenido, se detuvo en un peldaño
frente al altar y allí recitó, en la lengua
recesiva [1] de Beda, el Padre Nuestro.
                                                         Hubiese
querido oír que entonces, abriéndose el tejado,
apareció en lo alto de un firmamento azul
y sin nubes, la Cruz llevada por los ángeles
y una escalera desde donde su abuela inglesa
señalaba el ascenso de sus antepasados
hasta el trono del cielo, pero de ese incidente
nada dice el relato de quien narra la historia.

                                                            [Inédito]


[1] En lingüística, tendencia a acentuar la sílaba inicial de las palabras polisílabas.





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CLIVE WILMER (Harrogate, 1945) es profesor en el Sidney Sussex College de la universidad de Cambridge. Su obra poética reunida, desde su primer libro, The Dwelling-Place (1977), hasta Report from Nowhere (2011) está recogida en New and Collected Poems (Carcanet, 2012). Como crítico, ha editado la obra de Ruskin y William Morris (Penguin), así como la poesía de Dante Gabriel Rossetti (Carcanet). Fue cofundador de la revista Numbers y, entre el año 1989 y 1992, presentó el programa de entrevistas de la BBC Radio 3, Poet of the Month, publicado posteriormente como libro (Poets Talking, de próxima aparición en España). Ha traducido a los poetas húngaros Miklós Radnóti, János Pilinszky y György Petri, entre otros, en colaboración con George Gömöri. Colabora habitualmente en el Times Literary Supplement y PN Review. Puede escucharse una selección de lecturas de sus poemas por el propio autor en The Poetry Archive.



MISAEL RUIZ (Bruselas, 1960) es autor de los libros de poesía El hueco de las cosas (Trea, 2010) y Todo es real (Pre-textos, 2017; premio Antonio Oliver Belmás). Ha traducido la poesía de Clive Wilmer (Vaso Roto, 2011), R.S. Thomas (Trea, 2008) y George Herbert (Animal Sospechoso Editor, 2014, en colaboración con Santiago Sanz; premio de Traducción Ángel Crespo, 2015].   

Puede leerse una entrevista con Clive Wilmer realizada por Misael Ruiz en Las razones del aviador.